En nuestro proceso artesanal de creación, otorgamos una atención meticulosa a cada etapa para garantizar que nuestro tequila alcance su máximo esplendor. Una parte esencial de este proceso es la cocción de nuestras piñas de agave, el corazón mismo de nuestro destilado excepcional.
Las piñas de agave, seleccionadas con esmero, son cocinadas con el respeto que merecen en nuestros hornos de ladrillo tradicionales. Este proceso lleva 72 horas completas, un período de tiempo en el que las piñas son tratadas con el máximo cuidado y paciencia. Durante este tiempo, las fibras del agave se descomponen gradualmente, liberando sus azúcares naturales y desarrollando una riqueza de sabores y aromas que serán fundamentales en el perfil final de nuestro tequila.
A diferencia de otros elaboradores que optan por una cocción al vapor que toma solo 7 horas, nuestra elección de cocinar las piñas durante un lapso prolongado se traduce en una transformación más profunda y completa. Esta diferencia de tiempo es un testimonio de nuestra dedicación a la calidad y la excelencia.
Al elegir la cocción lenta en hornos de ladrillo, honramos las tradiciones arraigadas en la producción de tequila, permitiendo que los sabores se entrelacen y evolucionen de manera única. Cada destilación posterior capturará la esencia de estas piñas cocidas a fuego lento, llevando a tu copa una experiencia sensorial que habla del cuidado y la pasión que dedicamos a cada botella que lleva nuestro nombre.
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